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Ying Yang

Retaila I

Me besas, me acaricias, me desnudas y me llenas de la ternura incontrolada del deseo más puro y más sencillo que pueda existir entre la concavidad y la convexidad.

Me despierto, y tú estás cerca de mí, y te beso, te beso, te beso y la cama deja de ser mía y somos dos en busca del delirio físico mental exclusivo que genera amarse hasta las trancas.

Y así, con la mente clara y el cuerpo tuyo paso algunas noches de insomnio, porque aquí no se oye el mar.

Me duermo. Me despierto.

Buenos días, te digo acurrucada a ti, mientras te beso suave..
Buenos días, preciosa.
Quieres comerte los churros mi existencia, por favor.
Y tú que eres todo encanto y esplendor en la sonrisa, me comes el labio, y me agrades con la almohada.
Y yo con pelos revueltos y senos juguetones, me tiro a por ti, y jugamos a las cosquillas con la punta de nuestras lenguas. Y tú, ladrón de lágrimas quieres tragarme el alma por el pellejo.
Y yo muy digna con el deseo pintado en el hemisferio norte y en el sur, en el   este   y en el oeste de las pupilas de mis sentidos. Te pregunto, con brazos en jarras enteras.
¿Me quieres?
Y entonces yo,  despierto sin ti.

Porque tú. No estás, no eres, no existes, porque aquí no escucho el mar y todo es mentira, qué se sabe, que las olas son la consecuencia de las ondas de las palmas de los delfines.
Buenos días.


6 comentarios:

  1. que dúctil y maleable es la arena murciana...
    (Es murciana verdad???)

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  2. tragarme el alma por el pellejo... imposible no amarlo...

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  3. Ey, un nuevo marciano¡¡¡ Hooooola.

    Qué está delgado ¿no?
    ;)

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  4. para cuando la retaíla II?? me tienes en ascuas...no me hagas esto que tengo mucho tiempo libre. Venga publica ya, por favor. Quiero leer relatos de gente que se traga a otras gentes por el pellejo.

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Ying Yang
UFS: Unión de Folladores Salvajes.
Ufs: Unilateral fusión de sensaciones.

Su amor no era sencillo

Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse.
En realidad, su amor no era sencillo. Él padecía claustrofobia, y ella, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales.
Mario Benedetti

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