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Ying Yang

El sueño de un poder...

Si pudiera tirar de pistola no es el título de una canción, es el título de este cacho de mí. 
Y me encantaría, sí. 
Supongo que tanto juego a tiros al final hace sus estragos. 
El caso es que si pudiera tirar de pistola, desparramaría los sesos de la mujer escandalosa que habla por el móvil para todos, hasta a aquél hijo puta que miró al niño con cara de asesino por gritar jugando, como al padre que no le educó en constante represión. 
Si pudiera tirar de pistola, no sería justicia en la mano, sería guardia y custodia del mundo. 
Tiro en la sien a aquél me desestimo por equivocarme, a aquél que me folló y pensó que su polla era el colmo del glande. Y sí, si pudiera hacerlo, mataría a los hijos de su madre que nos chulean en nombre de sus partidos y a cualquiera que en nombre de Dios, desestima lo que tanto predican. 
Mataría a todo aquél, con un tiro en la cabeza que fuera tan estúpido, como para carecer de humildad, reflexión o estima al prójimo. 
A la niña llorona, y la nene alfa. 
A los maltratadores, aduladores, torturadores.
A los pueblos elegidos por dios y a los que adoran los rituales. 
A los malos, a los muy malos, a los gilipollas y a los cobardes.
A los que venden armas y las inventan.
A los que defienden lo indefendible.
A los aburridos.
A los simples.
A los sin humor...

A muchos, no a todos. A todos, no. Pero...  


También a ti, estimado desconocido qué seguro que eres imbécil y piensas que el peso de tus escrotos están al margen de gravedad y física...o a ti, pequeña y estúpida desconocida que crees que tus glándulas mamarias sobrevivirán a los gusanos o a las cenizas.

Y no me llames psicópata porque a todos los mataría de un tiro en los putos sesos.


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Ying Yang
UFS: Unión de Folladores Salvajes.
Ufs: Unilateral fusión de sensaciones.

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Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse.
En realidad, su amor no era sencillo. Él padecía claustrofobia, y ella, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales.
Mario Benedetti

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