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Ying Yang

Eramos, seremos y somos.


Nos necesitamos tanto para no estar muertos que no sé que decirte.






Sentía que el mal y el bien eramos nosotros, lejos de tener miedo, teníamos poder.
Eso nos hacía exagerados, Dominantes, imprevisibles y desesperados. 
Podíamos perder todo lo que nunca tuvimos, por eso nos importaba tanto esa terrible sensación.
El sonido de nuestra piel transformaba la sinfonía silenciosa del vacío que nos regalaron los días muertos. Las lágrimas perdidas en los océanos negros en gritos mudos de sensibilidad y sofisticada transcendencia.
Las almas perdidas de nuestro cuerpo se encontraban por encima de nosotros, amándose al margen de la decadencia humana.
Teníamos demasiadas cosas común en el centro neurálgico de nuestras gónadas. 
El silencio siguiente, cada vez más complicado nos prendía el ánimo en una crueldad desorbitada que  cegaba el sentido real de nuestra historia.
Nunca existimos realmente hasta que nuestras bocas con sus lenguas y salivas se nos juntaron; esa certeza tan racional nos volvía locos. 
Históricos y sin control nos devorábamos luchando en la batalla de querer ser cada vez más fuertes porque el amor nos estaba debilitando.
Y lo sabíamos, nosotros lo sabíamos. 
El sexo más el seso nos hacía monstruos de carne y de hueso, el infinito con su falta de sentido nos estaba desmembrando con sus garras.  

Transformar nuestra debilidad en una fuerza absoluta era mi estrategia. En ese infinito de locura tenía más sentido escribir la metáfora con la punta de mi lengua, que esperar que la comprensión del ritmo de sus latidos me hicieran una transfusión de existencia.
Teníamos el método y la táctica de una técnica, la de amar-nos por encima de cualquier pitido cerebral que nos nublase el sentido porque queríamos ser libres.
Ser libres al margen del mundo inmediato, ser libres al margen de los recuerdos furtivos que el dolor produce.


Soñamos despiertos si nos rozamos y dormimos en el mundo irreal  separados.
Si no existieras sería mentira. 
No hay más verdad que esa.



1 comentario:

Ying Yang
UFS: Unión de Folladores Salvajes.
Ufs: Unilateral fusión de sensaciones.

Su amor no era sencillo

Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse.
En realidad, su amor no era sencillo. Él padecía claustrofobia, y ella, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales.
Mario Benedetti

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