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Ying Yang

Instantes.

De los instantes a veces sólo nos quedan las letras...como aquellas..."ni mil palabras, ni mil distancias".  Ahora sonrío al recordarlo.

El tramo de lo impreciso.


Si me molestan tanto las mentiras por qué soy capaz de perdonarlo. Por qué paso por alto su exquisita demencia. La estupidez de las preguntas la sacaron de aquél instante impreciso de lógica y razón. Las respuestas estaban demasiado llenas de sentimiento.
Me estoy desollando el sentido para llegar a una mínima conclusión y no es cuestión de hacer papiros de piel y redobles con letras de sangre, ni intentar desfallecer sobrecogida por el ahogo de un suspiro.
Todo debe ser mucho más sencillo pensaba con cigarro y a media luz, mientras intentaba desenlazar la trama de su condena.  Porque sólo intento explicarme el modo en que te echo de menos, la desazón ésta y el reconcome éste que me originas.  
Quizá todo se reducía a que nunca había sentido tanto y tan intenso. Pero esa perspectiva la molestaba, no tanto como el dolor de cabeza pero casi.


Ahora la vuelven a temblar las manos y desconfía de su fortaleza. La niebla envuelve el paisaje y en el sentido más estricto de la palabras se siente perdida. Está nerviosa, es impaciente cuando no le queda paciencia, pero conoce sus instintos primarios y sólo tiene que dejar pasar los minutos necesarios para que sus neurones se hagan cargo de la situación. Mirar detenidamente dónde está y centrarse en lo que ve. Se calma, se despereza una vez más y sonríe pensando en el poder de la fuerza.

Y de instantes eternos vivía, uno tras otro, los podía coger en su mano como si de pompas de jabón se tratasen, bolitas sutiles, ingrávidas y gentiles.

@

La mæstría con la que a veces me acompaña el tiempo, es sorprendente.
Buenas noches a los dichosos hijos del sueño.








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Ying Yang
UFS: Unión de Folladores Salvajes.
Ufs: Unilateral fusión de sensaciones.

Su amor no era sencillo

Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse.
En realidad, su amor no era sencillo. Él padecía claustrofobia, y ella, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales.
Mario Benedetti

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