Turbulencia.

Abres los ojos, miras la hora y suspiras. Tomas conciencia de tu insensatez y chillas un nombre sin abrir la boca. Abres la ventana, hueles el mundo, suspiras, sonríes y vuelves a suspirar.
Un problema, dos problemas, retahíla de problemas.
Ducha, masturbación y orgasmo.
Café, cigarro y escritura.
Intención, devoción, alevosía.

La punta de unos pezones rozando un albornoz, las gotas de agua y la humedad del cuerpo se equivocan y se mezclan, una gota derramada por tu ombligo se enreda en el pelo que cayó en línea recta, la punta de un dedo la recoge, sorber...las manos de un delirio en tus caderas, su boca abierta que te muerde el cuello y te curva la espalda, su mano estirada buscando tu perdición, derrota, conmoción, deseo.

Vueltas, muerdos, salivas y fluidos se lían si decoro para buscar la razón más salvaje que nos habita el cuerpo, desfachatez absoluta que sin ninguna vergüenza recorre cómoda los romos picos de las geografías vivas buscando vibrar unas curvas de nivel. 

Lo ha conseguido se me ha tensado la existencia y chillo mi orgasmo grave.

Alta fidelidad sin turbulencias.