Y cambiando el ritmo y viniendo a cuento y siendo escrito porque así recordaré la anécdota.
Escribir, qué no decir; que mi compañera de la izquierda de curso, me cuenta como el señor Reverte la cae fatal porque estando trabajando en un museo escribió éste un articulo, dónde ponía según ella - qué yo no lo he leído - a caer de un burro a la señora-compañera que estaba en la entrada porque no hizo el descuento oportuno a unos estudiantes por no llevar carnet que acreditará su estado de aprendizaje, estando Arturo en la cola y siendo testigo del evento.
Me jode el asunto cuando lo cuenta y añado que el sentido común debe primar en esos casos y que si se notaba que tenían pocos años, carnet o no es indiferente. Pero más me jode cuando me cuenta que la señora estuvo deprimida y lloró cuando se vio vapuleada en el periódico y reconocida por todo aquél que leyese el articulo y visitase el museo.
Cuando escribí lo anterior no había leído el articulo, curiosamente mi compañera me indicó que creía recordar el título del mismo. "Cancerbera del infierno" ...(Cuestión del subconsciente, supongo...)
Después de leer, me quedo reflexionando sobre el derecho a escribir lo que te de la gana (sin enjuciar el acto de la "cancerbera" que ya lo hice) y que ojalá tuviera yo la fama suficiente para que algunas de mis entradas de tono mordaz llegaran a sus inspiradores.
La anécdota surgió al ver que leía "El Asedio" y por el comentario añadido de cuanto me gusta Perez-Reverte. (Como escritor y articulista), porque sin duda alguna es de la única forma y manera que me puede llegar a gustarme.
No soporto a mi compañera de la derecha, llega tarde con el único fin de llamar la atención, requiere un profesor personal para contestar a sus preguntas estúpidas que ni siquiera sabe enunciar porque no sabe si quiera que va a preguntar, se hace gracia a si misma y ríe todos y cada uno de sus comentarios; en alto, para que lo escuchemos todos. Como lleva el pelo sin teñir se cree que sus canas le dan derecho a sus malas educaciones. Mi compañera de la
El día que coincidió conmigo en el metro, pensé. Una y no más...
Y otro día hablaré de "super mamá" la señora-chica que nos premia todos los días en la media hora de descanso con sus conversaciones familiares en mitad de la clase, para que nos enteremos todos de que madre sólo hay una.
No me gusta la gente y algunas personas, tampoco.
Supongo por suponer que cuando estás en el mundo tienes la capacidad de centrar incompetencias mentales en concretos seres conocidos que pululan por tu espacio circunstancial al igual que con la mía sin duda harán otros.
Es el más grande de los últimos en artículos y en algunas novelas. Y me dedicó un libro a mis tercios.
ResponderEliminarPues guardalo con oro en paño, que quizá en un futuro cueste dinero, más que emotividad.
ResponderEliminar;-)