Era una mujer sencilla, nunca se había pintado las uñas de los pies y el día que lo intentó acabo pintandose los dedos con gestos de puntos y sonrisas.
A veces le gustaba ponerse dos coletas para dormir y saltar a la pata coja en su cama. Con dos vueltas los pantalones del pijama y tres en las mangas.
De pequeña dormía con cinco muñecos uno por cada miedo y empezaba saltando cinco veces con dos pies.
Siempre caía en la cama muerta de la risa cuando los saltos le hacían la puñeta de catapultarla a lo alto del cielo y las estrellas amigas le chillaban sus cosas.
Cuando las carcajadas le dejaban suave y blandita, se quitaba las coletas, se cepillaba el pelo, se ponía la camiseta vieja, apaga la luz...y abría el primer cajón de su mesilla.
Dentro de la mesilla estaba la luz de las sonrisas. La del arco iris.
Mejor cerrar la puerta!!!
ResponderEliminar¡¡Puerta!! ¿Qué puerta? qué en el cuento éste no hay puertas.
ResponderEliminar;)
la ilusión, las risas ....
ResponderEliminarA mí la ilusión me la han machacado pero las risas no...tengo muchas
ResponderEliminarMuchas gracias, Conxa.
Un besazo, qué eres un peazo encanto.
;)