Recuerdo una época dónde el Agosto siguiente era igual que el anterior. No tenía importancia porque el día anterior también era igual que el siguiente.
Un día me desperté y chillé tan alto que las lágrimas se me secaron. No sé si volví a nacer, seguro que no, pero me sentí diferent e.
Desde esa ve z, ningún Agosto es igual al anterior.
Y aquí, dónde las ideas se achicharran entre los pliegues cálidos de ciertos regocijos, me hallo.
Entre el olor a cloro y la mitología precisa que me da alas y muchas más cosas. Incluso tiempo para hacer teoría del pensamiento, porque la práctica es algo mucho más complejo.
Además siempre es lo mismo, qué hacer para que la sumisión sea imperfecta. Porque plantarme yo sola, cortando carretera de la Coruña por aquello de la cercanía a la Moncloa, cómo que no.
Y se me cansa el ánimo semi-revolucionario pensando que lo que nos consume es la porquería del cerebro porque ni la indignación, ni el rojo ficticio sirve de muchO, quizá para hablar con unos policías que te llaman anarquista y poco más.
Y aquello de vencer o morir se me hace estúpido y me entran las ganas de olvidarme del mundo, andar a centímetros del suelo y suspirar pensando que de aquí a mucho tiempo todos seremos libres.
Bueno, todo es diferent e cuando me acarician el ánimo, y la textura de mi piel se desintegra.
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