Armisticio

Escúchame el silencio.  Te digo recogida en tu abrazo		Estamos estrujados, desnudos y sudados. Nos miramos. Sin palabras y sin versos... Me pongo encima de ti.

Mi sexo está en tu ombligo.		Me agacho, te beso y apoyo mis brazos en el quicio de tu pecho, mi barbilla en ellos.

Me asomo a tu mirada.

Te clavo en mi retina
Mis labios te sonríen

Saco la lengua, te recorro camino cuesta abajo, despacio muy despacio.

Llego al país de mi deseo, me centro en sus formas, en sus pliegues y despliegues, recorro con absoluta devoción cada milímetro cuadrado de su extensión, los ríos con sus formas, su suave tacto, la punta de la colina, sus festejos siameses, su frontera...te quiero invadir el sentido con mis armas. 

Giro ciento ochenta grados, te muestro el sonrosado de mis ganas, tu lengua invade mi perdición y tus manos mis muslos.

Sincronizamos nuestros jadeos al unisono de babas, quiero tu derrota templada, quieres mis gotas quebradas de voz, nos lanzamos al vacío...

Recorres con tu lengua los extremos de mis bordes, me licuas el sonrosado en blanco, jadeas, jadeo...
Gimes y y recorres.
Disfruto el tenso tacto de tu músculo en mi boca, emito delirios en vocales difusas...

El chorro de tu derrota cae por mi garganta, por mi cuello, por mi. 

Giro.
Despacio muy despacio.
Te clavo en mi retina, te beso y te vuelvo a sonreír.