Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse. En realidad, su amor no era sencillo. Él padecía claustrofobia, y ella, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales. Mario Benedetti
Algunas veces son tan reales, que asustan.
ResponderEliminarUn beso.
Pásate a los gintonicos!!
ResponderEliminarSí Rachel...todavía me acuerdo y...
ResponderEliminarGin ¿Otra vez? qué siempre me quedo con el limón
;)