Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse. En realidad, su amor no era sencillo. Él padecía claustrofobia, y ella, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales. Mario Benedetti
que descanes....
ResponderEliminarY donde están las llaves, matarile?
ResponderEliminarpara esos dos el 238 es el número de la suerte...
ResponderEliminar¡Toma ya!
ResponderEliminarHasta "descerrajando" tienes arte...
Besi.