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Ying Yang

no soy ni Estoy

Mientras escucho magistrales piezas de piano.
Mis lágrimas recorren de nuevo mis mejillas.

Y meteré bajo el edredón creando mi propia cueva y llorare, llorare, llorare, hasta que no quede ni una sola lágrima dentro de mi.

Soy la protagonista de los Renglones torcidos de dios, y ya no sé si estoy viva o muerta...

3 comentarios:

  1. Aunque suene a vanal consuelo, creo que el llanto es bueno, porque es expresión y además es expresión de sentimientos, dos aspectos que nos recuerdan que estamos vivos y que somos humanos, con todas las posibilidades que ello brinda.
    Ser parte de los renglones torcidos de dios puede fastidiar, pero peor es no estar ni en el cuaderno de dios, y que cada cual aplique el concepto de dios a lo que quiera entender. Mientras estemos en el cuaderno (que para mi por ejemplo lo entiendo como la vida) siempre estamos a tiempo de enderezar el renglón o incluso de encontrar el encanto a la mezcla de líneas derechas y torcidas. Entonces, incluso podemos llegar a ver lo bueno de la diversidad frente a lo homogéneo.
    No se en qué consiste tu catarsis, pero la crisis siempre trae una ventana desde la que mirar de otra forma el paisaje y suele ser bastante creativa. Permítete sentir y dejar que todo fluya. Aquí estamos.
    Seguimos caminando. Un abrazo.

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  2. Mi cartarsis es por amor puro,en esencia, encerrado dentro de mi demasiado tiempo.
    Un ser mágico lo encontró y salió de mi corazon a borbotones. En ese momento él desaparecio. Desde ese momento todo esa esencia va por rincones busca que te busca, con mas fuerza que nunca, con mas creencia que nunca...tanta fuerza tiene que a veces me mata. Unas veces de pena otras de amor.

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  3. estás viva.

    Llora,secate si es eso lo que deseas. Nunca es malo, pero estás viva.

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Ying Yang
UFS: Unión de Folladores Salvajes.
Ufs: Unilateral fusión de sensaciones.

Su amor no era sencillo

Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse.
En realidad, su amor no era sencillo. Él padecía claustrofobia, y ella, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales.
Mario Benedetti

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