Ni siquiera me queda reacción, me la gaste toda.
Y hoy el día ha empezado a su hora, a las siete o'clock. Ya está no hay más y no creo que lo haya.
A pesar de luna hermosa que estaba ahí mirando descarada y recordándome que es la misma para todos.
Ésto es una mínima parte de una entrada que se iba a llamar "El estado de una crónica" que acabaría el día quince del presente mes con un único cometido e intención.
Pero me he acordado de esas palabras que ya las quisiera haber expresado yo. "La neurona poética de Dios" y del cable que nos une y se me han esfumado las ganas.
Y me pongo a cerebrar despacito, y aquí me hallo, sólo para decirte que estoy contigo, a tu lado. Tú no me ves pero te puedo asegurar que estoy, en silencio y sin dejar de mirarte o estando mirando que los gerundios dan fuerza a los verbos.
Y pensando que tiene su cosa por no decir "cojones" que la blogosfera es mucho más de lo que parece y mucho menos de lo que se supone.
Así pues te lo redigo bajito y susurrado:
"sólo decirte que estoy contigo"
Porque lo demás no tiene la importancia suficiente para ser nombrado, contado o expresado.
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