Rozó su seno y desapareció.
Volvió al teclado y miró todas las letras pensando que no tenía ni idea cuales le iban a ser de utilidad por eso eran tan importantes todas.
Detrás de la pantalla estaba la noche, y en la noche él.
La fuerza de una caricia, así quería titular a aquello que estaba por salir. No le costaba esfuerzo embriagarse en el fotograma de la memoria. De hecho podía cerrar los ojos y sentir exactamente lo mismo.
La encantaba pasar sus dedos por su rostro, era el mecer de mirarle las pupilas, el acompañamiento, así cuando ciega de no verle sufriera el vacío de la carencia emocional y también la física, se limitaría a recordar mirando la punta de sus dedos.
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