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Ying Yang

Los despertares

7:00 pIIIIIIIIIIIIIIII el jodido despertador realiza su misión, otro día que amanece. Igual que al anterior, y el anterior y el anterior del anterior.
Los días se repiten. Mis pensamientos. Los que sí y los que no. Los errores se agarran a mi garganta pero no chillo. 
La luz empieza a emitir mensajes en morse, cortos, precisos. Los descifro. Pienso en las personas personajes, en ti y en las personas a secas. Caigo al vacío de cabeza y con pirueta; esta vez con una sonrisa tonta en la cara. Es la primavera. Me cambia los adentros sin que yo pueda remediarlo, ni quiera remediarlo. Está todo perdido y miro por el espacio limitado por las cuatro paredes, las dos puertas y el peazo ventanal y rescato los detalles, las circunstancias y las palabras, soñando que te has colado por algún hueco pequeño y me das la mano. Fuerte, blanca, con los dedos largos, los que me hicieron cosquillas y me dieron el cielo, los mismos que hormigonaron  el corazón y miro de nuevo y vuelvo a sonreír, te quiero y no sé por qué pero es que ahora ni siquiera me importa. Es de nuevo la primavera.
Enter, enter...el enter que me cambió la cabeza y la dio la vuelta. Quiero otro enter y montarme en el prisse, dale a la jodida tecla y te prometo que no te arrepentirás.

Estoy acojonada  por culpa de los sentidos, están a flor de piel y es que sacas la lengua y me rozas, estiras la mano y me tocas, dices mi nombre y lo escuchó, te empalmas y me humedezco, te busco y te encuentro...
Pum, pum...intento matar tu recuerdo pero resucita. Nítido, claro, transparente y sonriente...
Buah, es la jodida primavera. Tú no estás ¡Pero yo! Te sigo sintiendo y esta vez con ¡Sonrisa!.

Ni sangre, ni vísceras, ni olor a putrefacción. VIDA, hueles a vida y si no eres tú, será que soy yo que a fin de cuentas a veces es lo mismo.




1 comentario:

Ying Yang
UFS: Unión de Folladores Salvajes.
Ufs: Unilateral fusión de sensaciones.

Su amor no era sencillo

Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse.
En realidad, su amor no era sencillo. Él padecía claustrofobia, y ella, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales.
Mario Benedetti

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