Dejo escapar el humo a ocho alturas de la tierra, difuminó su mirada entre la oscuridad y aquellas luces difusas.
Si no escribiera mi profundidad. Explotaría.
Se quedó pensando qué iba hacer con aquello.
(...)
Encendió el ordenador. Leyó. Escuchó.
Se quedó en silencio.
Volvió a leer.
No tenia que hacer nada.
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