La tranquilidad, en su proceso aparente, tensionaba cualquiera de sus grad0s.
Desde la terraza del hotel de diez pavos el tercio, hacíamos las conjeturas sin ser necios. Yo quería estar abajo, pero no podía evitar querer rozar el cielo desde aquella terraza que veía desde las ventanas del curro, un día tras otro.Cerveza, pijos, él y yo.La conversación en la boca y el suspiro en el corazón entre lo oriental y el artesanado del mocasín, todo extrañamente humano y real.Bajamos a la calle con la sonrísa de la protesta en mi rostro, y el roto de un descosido que sufría en mi entrañas, por la injusta sospecha de que seriamos unos más, más otros cuantos.Sólo era que llegamos demasiado pronto.
La introducción es fruto de una casualidad insospechada que no tiene nada que ver con ningún proceso, quizá el mensaje en la botella, o el suspiro de un ángel caído.
Y es que, cuando se me esfuma la sonrisa por la tangente incondicional que me roza; siendo circunstancia el fragmento de un segmento, sólo quedan las caricias.
Todo lo demás, es basura.
Buena melodía, llegada a tiempo para acompañar tu texto.
ResponderEliminary además la música amansa a la fieras ;-)
ResponderEliminar