Se imaginaba en un maravilloso traje de seda, años cuarenta, elegante, sencillo. Insinuando sus curvas pero sin marcarlas. Unos preciosos zapatos de tacón haciendo juego con el color de su vestido y un moño que dejara ver su esbelto cuello. Los pendientes largos y nada ostentosos, sus únicos adornos.
No era joven pero desprendía una belleza salvaje y natural cautivadora. Ella acababa de percibir que él estaba allí, así que, cuando una voz joven pero segura y altanera, le susurro al oído… Vamos a bailar, amor. No se sorprendió
Se giro, le clavo la mirada, sonrió….y de la mano salieron a la pista de baile acariciando la baldosas brillantes del suelo.
Se giro, le clavo la mirada, sonrió….y de la mano salieron a la pista de baile acariciando la baldosas brillantes del suelo.
Ella pensaba en él mientras bailaban y no dejaban de mirarse. Él en ella.
Sabía exactamente porque le amaba. No era alto, ni siquiera guapo, ni fuerte…era corriente, corriente en apariencia...Era un prodigio del conocimiento humano, era la sensibilidad de la palabra, de la verdad, de la naturalidad de los locos, le amaba…Era el hombre.
Se llenaban con la mirada…Eran la conjunción del todo.
Él simplemente la miraba fijamente: Te voy a destrozar zorra, a la vez que…Eres el elixir de mi vida. La nomenclatura incierta de mi existir. Te voy a beber los fluidos hasta empacharme de ti……
Él simplemente la miraba fijamente: Te voy a destrozar zorra, a la vez que…Eres el elixir de mi vida. La nomenclatura incierta de mi existir. Te voy a beber los fluidos hasta empacharme de ti……
Eran la pareja perfecta.....y siguio imaginando...
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