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Ying Yang

Bloguear en un blog titulado BLOG a secas.

Listas de nata y merengue interminables.
Cada poema sería una palabra de amor, de ternura y sentimientos.
Emociones soñadas y noches compartidas.
Días de la mano con chocolate en los labios y almibar en las entrañas.
Lagrimas de sensaciones.
Risas de lamentos.
Astros de sus ojos.
Gritos de caricias imaginadas.
Placeres de teorías del bing bang

Pelos púbicos y masas de carne con pezones erectos, en trazos impersonales.
No despega ni un solo milímetro del rollo de celo lujurioso.
Se mira en el espejo. Sonríe a su desnudez recordando su desconsuelo cuando descubrió que fue meretriz virtual. La Dama de hielo sonríe misteriosamente....

Yo, ante tanto rollo amor, sexo y seso.
Me acuerdo del hueco de la camisa de Perico el de los barrotes y ese culo con bolsillo roto. Un dedo subiendo despacito muy despacito por la línea de la columna.
Todos los dedos estirados haciendo composiciones abstractas con leves gemidos de mis uñas en la piel.
Una palma de la mano abierta que pilla el moflete del culo sin duda duro, de tanto atletismo callejero. Y un susurro en el oído: "La vida o la vida".

Conclusión:
Un día más esperando estar de diez uñas, con veinte poemas de amor, una canción desesperada y los apuntes del kamasutra bajo el brazo y encima bostezando.

Dios apreita pero no ahoga...jajajajajajajajajaja...
¿Cuanto tanto por ciento de masa corporal dices que era?
Le debí calzar la hostia aquél día en el coche de los pin y pon.
Yo tendria los apuntes igual de clasificados y ordenados en la cpu y él el recuerdo de cinco dedos en su cara.

Personajillo cinico y maquiavelico o Dios de ojos oscuros ¿Qué prefieres?

Vergüenza. ¡¡Ala vete!! que ya te perdí. No me jodas con que no publique la entrada.
No te conoce ni Blas...¿? ¿? ¿? ¿?
A la mierda....¡¡Quién dijo vergÜenza!!

2 comentarios:

Ying Yang
UFS: Unión de Folladores Salvajes.
Ufs: Unilateral fusión de sensaciones.

Su amor no era sencillo

Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse.
En realidad, su amor no era sencillo. Él padecía claustrofobia, y ella, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales.
Mario Benedetti

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