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Ying Yang

La conciencia magistral.


Me gusta ser el sinónimo lógico de mi locura metido en un byte;  imaginar que puedo ser un dios menor y buscar entre la indiferencia, el punto y la parte.
La presión siempre se cuece a fuego lento, entre el condicional y los suspensivos...
Había decidido recoger mi deseo en la punta de su masculinidad y regalar a su tetosterona la intimidad de mi proceso. Me parecía sucio que el embrujo de mi fluido regalará onanismo mentales a cualquier cosa que supiera leer e imaginar.

Un tú siempre define a una persona...y Tu transparencia templada me define a mí.
Nos supimos bien follados entre lecturas, pero la definición estaba incompleta hasta que nos descubrimos las ganas.
Tu toque no está en las pulsaciones de las teclas, si no en la trampa mortal de tu sexo rezumado en la comisura de mi sonrisa cuando te bebo la sangre licuada de tu cerebro.
La dureza del gusto que me procesas es toda una fuente de inspiración que me alcanza dimensiones diferentes como para nombrar polla y coño. Vulgar y demasiado utilizado en Jams sexuales de encuentros y excitación.

Si mezclo amor será ternura y si mezclo lujuria será salvaje.
Mezclamos  concávos y convexos, arrancándonos fluctuación y locura, placer y querencia, estallamos con la  soledad que sufrimos entre orgasmos recogidos de búsquedas infructuosas y cuando nos follamos nos sentimos libres de la estupidez de nuestro misterio.

Quizá te quiera siempre y te ame más entre el orgasmo y el silencio, entre el cuerpo y la mente, porque sé que entre tu y yo, todo está al margen y nada no existe.
Nunca te quise follar la forma porque siempre fue el fondo.
Mi sexo y tu seso, tu sexo y mi seso, son conjunciones infinitas de sublime conciencia y la tinta de mis ojos sólo una mínima parte de lo que soy capaz de expresar-te.









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Ying Yang
UFS: Unión de Folladores Salvajes.
Ufs: Unilateral fusión de sensaciones.

Su amor no era sencillo

Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse.
En realidad, su amor no era sencillo. Él padecía claustrofobia, y ella, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales.
Mario Benedetti

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