Enfermedad

Reclamo a mi conciencia, el poder del infinito.

Palabras impresas de mil razones y sólo un motivo cuando tus dedos serpetean por el interior de mis muslos, mientras el humo de los suspiros entonan constelaciones.

Y si mi soma es tu semen, moriré impregnada de mil razones, pero sólo con tu motivo.

Porque tengo la discapacidad disparada cuando me cuentas las costillas con la punta de tu lengua y tus dedos me degeneran el seso con sus huellas digitales.

Cuando profanas el hueco de mis razones con el brote firme de tu motivo, los espasmos medulares me cambian los bioritmos de la cadera, buscando tu sabía de raíz.

Estaba escribiendo esta entrada, (eso fue ayer, creo) pero la verdad es que hablar del joder, cuando estos hijos de la gran chingada disfrazados de demócratas nos están jodiendo pero bien, me pone las meninges de rojo colorado y con ganas de reventar, algún seso con el filo de mis palabras. 

Y es que ya no es cuestión de indignación, es cuestión de dignidad y cuestión de decir a mí no me chulea ni dios, aunque nos chuleen todos y cada uno de nuestros días.

A veces estoy tan cabreada que todo me importa una mierda, y sólo quiero quedarme catatónica con el bálano de mi chico dentro, levitando de felicidad transitoria y sin cagarme en la hostia puta por tanto uso del abuso.

Limitándome a pensar cuando estoy consciente en cómo sacar a un chaval de catorce años de su frustración por ir en una silla de ruedas. Pero mi capacidad no me da para tanto.

(...)

Y luego están los indiferentes, esos que les da todo lo mismo y no porque estén en el espacio de los poderosos simplemente porque asumen con la capacidad de la estupidez que no se puede hacer nada y que todo es irremediable.

Me pongo enferma.

Porque los llamados liberales de nómina al mes, que en vez trabajadores puteados se creen trabajadores capacitados y que heredarán la tierra prometida que están al margen de lo que para ellos es chusma vociferante e inculta, a pesar de que también me ponen enferma por lo menos tienen pensamiento.

El caso es que a veces me siento tan enredada en tal tela marinera que lo quiero es irme, olvidarme de todo, no tener opinión, ni dignidad, ni pensamiento, y ser feliz.

Centrando el mundo en dos pilares básicos aunque se tambalee y dejando al margen todo lo que me rodea: Mierda corrosiva que me oxida las entrañas.