Supongo que escribir con la normalidad de la cabeza, evitando imaginación y matiz, no motiva a nadie, o a casi nadie.
A mí sí, y además es que la vida siempre es un conjunto de muchas cosas, ni te tiras todos los días follando, ni te tiras todo el día transitando por el espacio mudo del pensamiento, sobre todo y ante todo porque acabarías trastornado de la cabeza.
El caso que hoy al levantarme estaba tan exenta de muchas cosas que me he sentido extraña y levitosa, cordial y transigente, sin la necesidad imperiosa de estrujarme la neurona y tan llena de vitalidad sencilla que el tono gris que emerge de la ventana me parece incluso azul celeste.
El estado del ánimo, sagaz, disparatado y lleno de paciencia.
Escribir las historias de mi cabeza como demostración superlativa de mi persona, nunca ha sido la cuestión, algunos escriben palabras y a mi me gusta escribir expresión, al margen de muchas cosas. Pasarme la interpretación ajena por el forro de mis ganas y darle a la tecla sin afán de protagonismo.
Además si es que a mí lo que me gusta es reírme con ganas, pensar a conciencia, no aburrirme...y aprovechar cada hueco de respiro que me brinda la vida, porque entre el cerebro y la sangre siempre está el suspiro, entre el ahogo y la muerte la respiración, entre la soledad y la tristeza, el encuentro y entre el negro y el blanco...el tono del gris.
Y es que siempre hay que recordar qué si no eres feliz, nunca sea por tu culpa...y todo lo demás adorno de la circunstancia.
No tengo ni idea de lo que dice, pero me mola...
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